Todo comenzó con un regalo, uno de esos regalos que te hacen sentir como Julia en Pretty woman , alojamiento, traslados, all inclusive.
Una invitación para los dos, nos paso una de película, una de esas cosas que suceden sin mucha explicación, pero que se agradecen y disfrutan mucho.
Llego el fin de semana largo y estábamos los dos en aeroparque listísimos para irnos a Punta del Este, nosotros dos ratas, en avión a Punta y por esas paradojas de la vida: los maleteros habían hecho paro, nosotros mezclados entre los ricos sufriendo el paro, imagínense que González Oro era de nuestro bando.
Salimos con 5hs de retraso, el vuelo duraba 40 minutos.
Finalmente llegamos, llegamos a una casa en un lugar paradisiaco, todo muy lindo, una cama de ensueño
Arranco un nuevo día, nosotros teníamos un auto, la única que tenia registro era yo, entonces salimos a la ruta, sonaba en el radio un tema de Sabina y yo quería escucharlo mas fuerte, el no encontraba el volumen y yo baje la cabeza para subir el temazo, olvidándome que mis manos sostenían un volante, choque contra el cordón, rompí la goma, terminamos en el Firestone de Maldonado gracias a la ayuda del casero que nos vino a rescatar.
Martín no me hablo por un rato después de un silencio largo, me dijo: ¿Seguro que podes manejar? ¿ Acá no alquilan bicis?
Prometí estar mas atenta todo se soluciono, pedí perdón, el me creyó y todo paso.
Pasamos un fin de semana largo divino: desayunamos mirando el mar, con mate y licuado hechos por el. Conocimos casa Pueblo, el puerto, comimos asado, dormimos siesta, nos metimos en el jacuzzi, maneje bien sin chocar mas, el cocino mucho y rico.
Y fuimos felices y comimos perdices.( en realidad comimos mas que perdices, pero bueno rimaba)